Por: Pilar Fonseca
Hace solo unos días vino a mi consulta un señor de edad avanzada, él estaba muy afligido y sentía pocas ganas de vivir, decía con desconsuelo que no tenia fuerzas ni ganas y lo único que realmente anhelaba era partir de este mundo. Ver su mirada cansada y la desesperación en su rostro me conmovió profundamente y por eso hoy quiero compartir con ustedes algunas pensamientos sobre esta maravillosa edad.
Al llegar a la tercera edad toda alegría se ve menguada ante el deterioro de las facultades, las cualidades físicas además por el temor y la incertidumbre ante la muerte.
Esta edad debería ser el momento, en que gracias a las experiencias vividas se recojan los frutos maduros de la evolución interior y exista gozo de poder compartir con los jóvenes todo ese cúmulo de experiencias aciertos y desaciertos que enriquecieron su vida sin embargo hoy en día vivimos en una sociedad en donde los abuelos son marginados e incluso aislados y todo ese conocimiento se tira al bote de basura.
La tercera edad es el momento de recordar a Dios ya que es a esta edad donde alcanzamos el grado mas alto de dedicación a la vida espiritual en esto radica la belleza del alma.
Una historia de viejitos
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